“Free” en inglés tiene doble sentido: gratuito y libre.
Por ello para referirse al software libre hoy día prefieren hablar de opensource que es un término más preciso.
Para ser opensource tienes que poner las fuentes a disposición pública.
Lo que tampoco implica directamente que todo el mundo pueda modificarlas o que se pueda usar gratuitamente (aunque seguramente no se encontrará ningún software de pago que sea opensource).
Todo ello dependerá de la licencia que utilices en el software.
Hay todo tipo de combinaciones (quienes se conforman con donaciones, quienes sólo cobran si haces un uso profesional o eres una empesa, quien proporciona algunas opciones más avanzadas en versiones de pago, quien permite modificar su software para cualquier uso, quien sólo lo permite si lo licenicas también como libre…)
Pero el software y las fotos son dos cosas muy diferentes que no tienen nada que ver entre sí ni siquiera desde el punto de vista legal.
El software está amparado por patentes y propiedad intelectual, las fotos son una obra considerada artística y protegidas por derechos de autor.
Las motivaciones del software libre y gratuito, las razones que llevan a los desarrolladores a crear el software con ese tipo de licencias no tienen nada que ver ni son aplicables a la fotografía.
Las motivaciones del software libre son múltiples y variadas, pero entre ellas podríamos destacar la seguridad (ya que cualquiera puede revisar el código y ver que no tiene escondido software malicioso, y si hay algún bug detectarlo, corregirlo y remitir un parche que lo arregle) la suma de esfuerzos de pequeños grupos que permite avanzar y mejorar dicho software, la obsolescencia, puesto que si una compañía quiebra o abandona un software que tú usas y que ya no funciona en los nuevos sistemas operativos no tendrás forma de adaptarlo y seguir utilizando (lo que puede suponer un problema bastante gordo en algunos entornos empresariales) mientras que si es opensource siempre cabe la posibilidad de adaptarlo por ti mismo o contratar a alguien que lo haga.
Por último y no menos importante, poner a disposición de la gente con menos recursos herramientas de software a bajo coste o gratuitas que hoy en día se hacen muchas veces imprescindibles.
La mayoría de esos motivos no encajan en la producción de una obra artística.
Tal vez la única en común sería el poner el arte al alcance de gente con menos recursos, pero la verdad dudo que mis fotos contribuyan a eso, y nada impide a la gente poder disfrutar de fotos de personajes reconocidos en los museos o en las webs que las exponen (con la correspondiente autorización).
Nadie piensa que un cuadro de miguel ángel tenga que ser gratis y podamos tener uno en nuestra casa cada uno, lo que tiene que ser accesible es su disfrute en museos y también en museos virtuales.
Por supuesto cada uno puede hacer lo que quiera y bienvenido sea el que haya fotos con licencias creative commons, en determinados casos resultan incluso imprescindibles (como por ejemplo en su uso en la wikipedia).
También los que se dedican a la enseñanza agradecerán disponer de imágenes que puedan utilizar sin miedo a una reclamación de derechos de autor.
Pero una revista no regala sus ejemplares, o un periódico online (incluso los gratuitos sacan sus ingresos de la publicidad) así que si me piden una foto que paguen lo que corresponda, poco o mucho, que hay mucho fotógrafo de prensa que las está pasando canutas.
Claro que a uno le puede interesar el que se la publiquen para ganar notoriedad (en ese caso hay que asegurarse que pongan al menos la autoría junto a la foto) pero la mayoría de las veces se aprovechan de nuestra satisfacción por verla publicada.
Así que es cuestión de valor cuál es nuestro objetivo al poner esa foto a disposición de los demás y también de cuál es el uso que se va a hacer de ella.